Día jueves venido a menos, de verde y con H mudas por doquier.
04:47am abro los ojos y veo el mundo.
Ahí sentado en la vereda, el mundo.
Me acerco yo, con parsimonioso gesto de reverencia a la cuneta, lo miro a los ojos y como cualquier idiota que despierta un jueves lánguido a las 04:47am, le digo con timidez:
¿hola?- él levanta su cabeza (que obviamente imagino redonda y grande), me mira a los ojos y me dice:
Blabla blabla bla! - todo pegado como fideos recocidos y fríos, gesticulaba extraño y me di cuenta de que no hablaba español o solo se reía de mí - ¡Ja! - continuo, un acaramelado y espeso “ja”, y se detuvo y volvió a mirar el suelo... el mundo estaba gris de congoja... ¿como se iba a estar burlando de mí?
Me senté a su lado y las siguientes 24 horas en esa cuneta fueron silenciosas, como mi olvido más perpetuo... inexistentes prácticamente, como en la punta de la lengua, pero finalmente nulas.
Justo cuando los relojes del mundo estaban a punto de marcar las 04:48am del día viernes, la tierra me mira y me estrecha una mano. De puro verla a los ojos otra vez tuve miedo, quise abrazarla y llorar con ella, y lo hice.
Lloramos largas horas, mirando una luna enrarecida y misteriosa que orbitaba nuestros cuerpos, el mundo, mi mundo, la tierra... desapareció para siempre...
Tuve frío en soledad y no sé cuantos años pasaron, en esa nube de notas profundas, esa partitura nublada , que me agarraba la cabeza y me decía - ¡Duermete! ¡Idiota!
Nunca supe si de ciego u omnividente llegue al silencio, un espacio infinito y un olor a recuerdos tibios... ligeramente fríos, pero no helados totalmente.
Me vi los dedos morados, como bellos frutos dulzones.
Me puse de pie y ascendí al todo.
Otra vez vi el mundo, de alambres oxidados, astillas gritonas y agujas en los ojos, cocida la boca con alambre de púas y la magnitud de su mollera como una montaña... o un planeta...
supe decir... adiós...
Silencio fúnebre
Ahora otra vez en mi cama, reflexiono, todavía la extraño, pero ahora en la cuneta conmigo, algo que llamamos Dios, me mira con gravedad. Y sinceramente le temo, quizás mucho más al saber lo que viene.
La puerta se cierra y el cielo me grita...
15/7/09
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